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Un voluntariado no es ir, hacer y marcharse

Marc Núñez Vendrell, estudiante de Periodismo en UVIC

Mayo de 2024


Es necesario conocer la realidad local, saber cómo funciona y entender hasta dónde quiere llegar la comunidad.


Aminata Coly, enfermera, con el cartel de una maternidad equipada con agua gracias a Kakolum.


Aunque mucha gente ha pensado alguna vez en su vida en hacer un voluntariado en algún país de África, pocos se detienen a pensar si realmente tiene sentido hacerlo. Quizás, sin pensarlo, nos sentimos más desarrollados como sociedad y creemos que debemos llevar nuestra realidad allí donde consideramos que las cosas no van bien.


Estuve a punto de hacer un voluntariado hace unos años en Kenia. El objetivo de este era colaborar en un orfanato con niños en una zona rural que habían perdido a sus padres por diferentes motivos. En ese momento cursaba cuarto de ESO y no tenía ninguna idea de qué carrera quería estudiar al salir del instituto.


Sabía ubicar Nairobi en el mapa, pero nada que ver con el lugar al que iría. Conocía a Victor Wanyama, un futbolista keniata que jugaba en el Tottenham inglés. Era consciente de algunos hechos históricos del país, en qué zona de África se encuentra y creo que podría dibujar y pintar la bandera de memoria. Y eso que estuve a punto de ir.


Una madre y su hijo en un huerto comunitario.


Sin embargo, no sabía nada sobre la zona del orfanato, no conocía sus costumbres ni sus maneras de funcionar. Tampoco tenía ningún conocimiento sobre el mundo de los huérfanos, ni de pedagogía. Evidentemente, no sabía qué gobierno había. Mi única referencia sobre lo que iba a hacer era un vlog de YouTube de un influencer que había hecho algo similar. Un vídeo que, si volviera a ver ahora, probablemente me causaría mucho rechazo.


“Mucha gente que viene de Europa a hacer un voluntariado piensa que puede hacer de todo sin tener formación en nada. Esto en Kakolum no lo encontrarás.”

Maria Bujons, directora ejecutiva de proyecto en Kakolum.



¿Por qué digo esto? Porque ahora sé que si quieres aportar tu granito de arena a una comunidad, tienes que conocerla. Creo que debes saber de primera mano cuáles son sus necesidades, sus preocupaciones. Solo así tu voluntad tiene sentido.


Es cierto que nunca está de más tratar de ayudar donde crees que es necesario. ¿Qué sería del mundo si nadie se preocupara por los que le rodean? No sabría responder a eso, pero considero que no está de más reflexionar un poco. Si pienso que puedo ser útil en un lugar y tengo la posibilidad de hacerlo, en muchos casos debo intentarlo. Al final, no dejamos de ser otra cosa que humanos.


Hay ONG que llevan años trabajando en África que quizás tienen una forma diferente de ver esta situación. Llevan voluntarios para estar unos días desempeñando tareas en un hospital con un horario, hacen un poco de turismo y fiesta, y luego se marchan. Más o menos esto es muy parecido a lo que probablemente habría hecho en Kenia. Habría ayudado unos días, pero como dice mi abuela: “pan para hoy y hambre para mañana”.


Maestros y alumnos en la presentación del proyecto de una futura escuela.


En Kakolum se defiende la idea de que es importante entender que en Senegal la gente ya sabe lo que necesita y no hay nadie que conozca su realidad más que ellos mismos, hacia dónde quieren ir y cómo lo quieren hacer. Lo que requieren son recursos para poder organizarse. En definitiva, acompañarlos en un camino que ya conocen.


Consideran que existe la mentalidad de los europeos que piensan que su trabajo durante un voluntariado es enseñar a la gente local cómo deben hacer las cosas. Siempre comparándolo con su realidad en su país de origen. Quieren aplicar un modelo que quizás funciona en Europa, pero que quizá en África no es viable a nivel comunitario y social.


“Es muy interesante para la gente que pueda venir a hacer un voluntariado que lo hagan con un objetivo muy claro, con un mínimo de tiempo para realmente poder hacer algo. Esto en muchas ONG no lo tienes porque el equipo local suele ser de fuera. Kakolum permite tocar tierra con gente local para poder romper los mitos.”

Elena Santamariña, técnica de proyectos en Kakolum.


Por lo tanto, si pudiera hablar con mi yo del pasado, que estuvo a punto de hacer un voluntariado en un lugar del que casi no conocía nada, lo haría reflexionar sobre si realmente puede aportar algo a la comunidad. Colaborar no consiste en jugar unos días con unos niños huérfanos y luego marcharse. Tampoco es estar durante una semana en un hospital senegalés haciendo revisiones médicas sin saber si algún otro voluntario lo hará cuando tú te marches.

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